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Mensaje de presidenta municipal de Irapuato

No existe manera de compensar, atenuar o aligerar el dolor que siente una familia al perder a uno de sus integrantes. Mucho menos el de una madre que ve truncada la vida de su hijo y las infinitas posibilidades que este joven tenía hacia el futuro.

Bajo cualquier circunstancia, la pérdida de una vida humana es irreparable, pero cuando ocurre en condiciones de violencia, los matices de impotencia e indignación son infinitamente mayores.

En este caso, de la familia de Ángel Yael que, como tantas familias más en México, han visto ensombrecida su existencia porque además de la tragedia, deben afrontar la injusticia, el desamparo y la impunidad.

Ninguna familia puede sobreponerse a un proceso que daña irreparablemente los derechos humanos, la integridad y la confianza. Y por esta misma razón, debemos entender desde lo más sensible de nuestra humanidad, que este no es el momento para politizar el duelo, el reclamo legítimo y la búsqueda de la verdad.

Ángel era un ser humano sensible, luminoso, con valores y principios que lo dirigían hacia un porvenir lleno de posibilidades grandiosas. Las distintas narrativas y relatorías familiares que he recibido de forma directa, en su propia casa, al observar sus objetos personales, sus notas, sus fotografías, lo describen como un joven que luchaba por alcanzar sus sueños y por trascender.

Lo que hoy tenemos enfrente como sociedad y gobiernos, no es solamente un proceso judicial para determinar responsabilidades y consecuencias. No es tampoco la oportunidad mediática para señalar, desvirtuar y atacar personajes, instituciones y autoridades. Y mucho menos lo es para polarizar.

Lo que hoy tenemos enfrente es la valiosísima y sagrada oportunidad de llegar a la verdad y hacer justicia, para que esto no vuelva a suceder nunca más. Este es el deseo de Norma y de Gerardo, los padres de Ángel Yael, y esa, esa es su lucha.

Por eso es que estoy el día de hoy aquí con ustedes. Esa lucha de Norma, primero como mujer y como madre, es una lucha en la que yo también estoy sumada, también como mujer y como madre de dos hijos universitarios.

Esa lucha también es de este Gobierno Municipal, de este Gobierno de Irapuato y nos sumamos a la lucha de esta familia y de esta comunidad de estudiantes de la Universidad de Guanajuato.

La batalla que están emprendiendo es la batalla que miles de familias más están librando en este momento a lo largo y ancho del país. Y a las que necesitamos sumarnos todas y todos.

El Gobierno Municipal de Irapuato está en total y absoluta disposición, desde el primer momento, para colaborar con las autoridades federales y estatales en el esclarecimiento de los hechos, pero sin perder de vista que lo más importante es el dolor de los padres, los familiares y los amigos de Ángel. Y esto demanda muchísimo respeto y compromiso para que las cosas no se queden así.

No es a este gobierno a quien le corresponde fincar responsabilidades o señalar culpables, pero sí expresar nuestro absoluto rechazo a la forma en que se ha estado desarrollando este caso desde la Fiscalía Federal. La liberación del elemento detenido deberá ser transparentada de inmediato y dar una respuesta contundente de quiénes son los responsables de estos lamentables hechos.

En lo personal, seré muy cuidadosa de no prestarme a ningún juego político, permaneciendo de lado en todo momento, en todo momento, de la familia y de las instituciones, pero exigiendo con toda mi fuerza que lleguemos a la verdad y a la justicia.

A los jóvenes universitarios les digo: haré todo lo que esté a mi alcance para que la muerte de Ángel Yael no quede así. Tienen mi palabra y toda mi atención.

Yo también soy abeja, yo también, igual que ustedes, estudié en esta universidad. La verdad os hará libres, y por eso estoy en su lucha también, y en la lucha de esta familia.

A la familia de Ángel le reitero lo mismo que le reiteré el día de ayer, en la intimidad de su hogar: los acompañaré en esta lucha, haciéndola mía, por la memoria y el amor a su hijo. Por la vida que le arrebataron y los sueños que le robaron.

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